La importancia social de los fármacos es evidente: hay múltiples estudios y estadísticas que indican que el 75% de las enfermedades humanas se curan con fármacos, por lo que son el mayor agente en la recuperación de la salud o de la prevención de enfermedades.
Lo cierto es que, a lo largo de los años, la humanidad ha padecido innumerables y graves problemas de salud, pero, con la aparición de los nuevos fármacos, estas se han ido superando o reduciendo a una mínima expresión.
Existen miles y miles de fármacos en todo el mundo y para tratar cientos de enfermedades. No obstante, en este artículo, nos vamos a centrar en uno en concreto: los anticolinérgicos.
¿Quieres saber cómo actúan estos medicamentos y cuáles son sus efectos secundarios? ¡A lo largo de este artículo, te contamos todo lo que necesitas saber sobre ellos!
¿Qué son los anticolinérgicos?
Los anticolinérgicos son fármacos que bloquean la acción de la acetilcolina, un neurotransmisor o mensajero químico que transfiere señales entre ciertas células para afectar al funcionamiento de su cuerpo.
Son múltiples los estudios que han encontrado que la carga anticolinérgica, que se define como el potencial anticolinérgico acumulado que resulta de la polifarmacia, es un factor importante de riesgo de caídas y fracturas, delirio y deterioro cognitivo en poblaciones de edad avanzada.
Por tanto, los anticolinérgicos son unos medicamentos que se utilizan para tratar una amplia gama de afecciones médicas presentes en personas de edad avanzada, como el asma, la incontinencia urinaria, hipertensión, trastornos respiratorios, efectos secundarios de ciertos medicamentos y algunos síntomas del párkinson, entre otros.
Estos fármacos se derivaron originalmente de las plantas que contienen atropina, como la solanácea mortal y la manzana espina. Durante muchos siglos, se quemaron plantas que contenían atropina y se inhalaba el humo, ya que se utilizaba como tratamiento para las enfermedades que obstruyen las vías respiratorias.
Sin embargo, cuando se quemaban estas plantas, también se liberaban otros compuestos que producían intoxicaciones y, en ocasiones, incluso hasta envenenamiento.
Con el paso del tiempo, empezaron a tomarse a través de cigarros o pipa de tabaco hasta que, en el siglo XIV, se introdujeron agentes anticolinérgicos en los medicamentos, sobre todo para la enfermedad de Parkinson, convirtiéndose en el primer tratamiento para esta enfermedad.
¿Para qué enfermedades o patologías se utilizan?
Lo cierto es que los anticolinérgicos pueden tratar una gran variedad de afecciones, que incluyen, como hemos dicho anteriormente, incontinencia urinaria y vejiga hiperactiva (VG), trastorno pulmonar obstructivo crónico (EPOC), asma, mareos y cinetosis y algunos trastornos gastrointestinales.
También se puede utilizar para el envenenamiento causado por toxinas que pueden encontrar en algunos insecticidas y hongos venenosos y, por supuesto, para algunos síntomas de la enfermedad de Parkinson, como el movimiento muscular involuntario anormal.
Además, entre sus efectos está el de mantener los latidos del corazón normales, relajar a la persona y disminuir las secreciones de saliva, por lo que también se utilizan antes de la cirugía para ayudar a mantener las funciones corporales mientras se trata a un paciente con anestesia.
¿Cómo actúan los anticolinérgicos?
Los anticolinérgicos actúan bloqueando la acción de un mensajero químico llamado acetilcolina, que es la responsable de transferir señales que afectan la comunicación entre los nervios y ciertos tipos de músculos y órganos en varias partes del cuerpo. De esta forma, impiden que este mensajero químico se una a sus receptores en las células nerviosas.
Por tanto, inhiben acciones llamadas impulsos nerviosos parasimpáticos. Precisamente, estos impulsos nerviosos son los responsables de los movimientos musculares involuntarios en el tracto gastrointestinal, pulmones, tracto urinario y en otras partes del cuerpo.
Estos impulsos nerviosos ayudan a controlar funciones como la salivación, digestión, micción y secreción de moco. Por eso, el bloqueo de señales de acetilcolina puede disminuir el movimiento muscular involuntario, la digestión y la secreción de moco.
Tipos de medicamentos anticolinérgicos
Los anticolinérgicos se pueden dividir en dos categorías amplias: algunos medicamentos son principalmente anticolinérgicos, mientras que otros están destinados a fines médicos, pero pueden producir efectos anticolinérgicos.
Empezando por los primeros, hay muchos tipos de medicamentos anticolinérgicos puros y todos funcionan de la misma manera: bloqueando las acciones de la acetilcolina. Generalmente, estos fármacos no se pueden comprar sin receta y esta depende de la afección que esté tratando:
- Cogentin (mesilato de benztropina) y Artane (trihexifenidilo): se utilizan para tratar algunos síntomas del párkinson y los efectos secundarios de algunos medicamentos psiquiátricos.
- Enablex (darifenacina): se utiliza para tratar la incontinencia urinaria.
- Tudorza Pressair (aclidinium): para tratar afecciones respiratorias, como el asma.
- Atropina: trata afecciones oculares y reduce las secreciones de saliva y moco en las vías respiratorias durante la cirugía.
- Ditropan (oxibutinina): se usa para tratar la vejiga hiperactiva.
Por otro lado, se encuentran los fármacos que, tanto recetados como de venta libre, tienen propiedades anticolinérgicas. Esto significa que pueden bloquear las acciones de la acetilcolina, aunque no estén formulados para ese propósito. Así, entre los medicamentos que entran en esta categoría se encuentran:
- Antidepresivos tricíclicos: Amitriptilina, Anafranil (climopramina) y Pamelor (nortriptilina).
- Antihistamínicos: Dimetapp (bromfeniramina), Benadryl (difenhidramina) y Avil (feniramina).
- Medicamentos antipsicóticos: torazina (clorpromazina), clozaril (clozapina), Xyprexa (olanazapina).
¿Cuáles son sus efectos secundarios?
Los anticolinérgicos son relativamente seguros, pero, incluso cuando se usa este medicamento correctamente, pueden producir efectos secundarios. Estos efectos dependen del medicamento específico y de la dosis que se administra.
De esta forma, algunas personas pueden experimentar sequedad de boca y ojos, estreñimiento, somnolencia, sedación, insomnio, ansiedad y dolores de cabeza.
Es importante saber que, a menos que sea necesario, se debe evitar el uso de estos fármacos en las personas mayores, ya que los efectos secundarios son muchos más comunes en este tipo de personas, sobre todo los efectos cognitivos.
Cuando se usan anticolinérgicos en dosis altas, se pueden experimentar efectos secundarios más graves, como enrojecimiento, disminución de la sudoración y la saliva, pérdida de memoria, confusión, alucinaciones, convulsiones, problemas de visión, hipertermia y retención urinaria.
Estos efectos secundarios a menudo son un indicio de una sobredosis de agentes anticolinérgicos, lo que se conoce como intoxicación anticolinérgica o toxicidad anticolinérgica. Requieren atención médica inmediata.
De hecho, algunas investigaciones sugieren que el uso prolongado de estos fármacos puede contribuir al deterioro cognitivo. Por eso, al igual que otros muchos medicamentos, los anticolinérgicos vienen con varias advertencias.
Advertencias y precauciones
A la hora de usar y tomar anticolinérgicos, se deben tomar ciertas precauciones y tener en cuenta una serie de situaciones, que pueden poner en riesgo la vida del paciente.
En primer lugar, los anticolinérgicos disminuyen la cantidad de sudoración, lo que puede provocar un aumento de la temperatura corporal, es decir, un sobrecalentamiento. Por eso, al tomar uno de estos medicamentos, es importante que la persona no se sobrecaliente haciendo ejercicio, tomando baños calientes o estando mucho tiempo bajo el sol.
¿Por qué? Porque cuando hay una disminución en la cantidad de sudor, la temperatura del cuerpo aumenta y es más probable experimentar golpes de calor.
Por otro lado, se encuentra la sobredosis y el uso de alcohol. El uso excesivo de este tipo de fármaco puede provocar la pérdida del conocimiento e incluso la muerte. Estos efectos también pueden ocurrir si toma anticolinérgicos con alcohol. Así, los signos de una sobredosis incluyen mareos, fiebre, alucinaciones severas, confusiones, palpitaciones, latidos cardíacos acelerados, enrojecimiento y calor de la piel, dificultad para respirar y torpeza y dificultad para hablar.
También se desaconseja el uso de anticolinérgicos en personas con determinadas afecciones médicas, por lo que es importante que, antes de tomar este fármaco, se debe consultar con el profesional médico. Además, las personas que están tomando otros medicamentos tampoco deben tomar anticolinérgicos.